Amazon muestra su centro de retail en España

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El gigantesco pabellón de Amazon, ubicado en San Fernando de Henares (Madrid), ocupa una superficie de 28.000 metros cuadrados.

“Estamos encantados de enseñaros lo que pasa después de hacer clic en Amazon.es”. Así iniciaba Fred Pattje, director del recién inaugurado centro logístico de Amazon, su intervención.

El gigante de las compras ha mostrado sus tripas a la prensa en una visita multitudinaria a su centro de operaciones de San Fernando de Henares; autoridades del Gobierno y la Comunidad de Madrid y la directiva europea de la compañía incluidas.Centro retail Amazon en Madrid

El centro lleva tres meses en funcionamiento y emplea a 180 personas. A la plantilla se sumarán durante las navidades 100 personas de forma temporal; “a medio plazo” serán 300 las contrataciones que Amazon lleve a cabo en España.

Los tiempos, la seguridad y la calidad son la razón de ser del centro de retail de Amazon, cuya actividad puede dividirse en tres fases, también diferenciadas físicamente en el enorme polígono que ocupa una superficie de 28.000 metros cuadrados.

El material llega al pabellón en camiones que descargan las cajas. Se revisan una a una “por las seis partes, en un proceso que dura seis segundos”, explica Pattje, y se incluyen en el sistema informático. Una vez registradas entran en la segunda fase, la de almacenamiento. Cuando entre una orden y se confirme su disponibilidad,
será el sistema el que guíe al empleado al lugar exacto donde está lo que busca.

El pabellón está lleno de estanterías en las que pueden encontrarse miles de libros, DVDs, productos electrónicos y juguetes. Los empleados, o pickers deambulan por los largos pasillos  con un lector de código de barras en mano.

Con el producto ya localizado pasa a la fase de empaquetado. Una fila de empleados, en cubículos, sigue los mismos pasos con cada producto que llega a sus manos. Primero, revisan que no haya desperfectos para proceder después al escaneo de código de barras y número de serie.

El ordenador le dice entonces qué tipo de caja que tiene que utilizar. Escupe la factura que se pega en el producto y “con las dos manos”, como explica a la prensa una empleada, se lanza a la cinta transportadora que las traslada a su ubicación final. Esta dependerá de la compañía de envíos que lleve el producto hasta el usuario final.

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